Un discurso que dibujó la Guatemala que queremos y ocultó el país que tenemos

15/01/2008
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Álvaro Colom ve hoy concretado su sueño de ser Presidente de la República. “Fue un milagro” dijo ayer durante su discurso de toma se posesión. Y dio “gracias a Dios” por eso, antes de confirmar que su Gobierno estará definido por la línea socialdemócrata.
El nuevo huésped de casa presidencial estará por unos días con la resaca del emotivo acto de ayer celebrado en el Gran Teatro Nacional, en el cual el evento principal en términos protocolarios fue su envestidura como nuevo Presidente, pero que en el terreno político todos estuvieron atentos a su primer discurso como mandatario.

Antes de dar los lineamientos generales de lo que espera realizar en sus 4 años de Gobierno, Colom hizo un reconocimiento público al trabajo realizado por Óscar Berger. Halagó el proceso de transición y la estabilidad en que entrega el país. Berger sonrió y su rostro cambió de color. Luego comenzó un discurso que en esencia pretendió quedar bien en todos los temas.

Empezó lamentando las miles de muertes y violaciones a Derechos Humanos cometidas durante el conflicto armado interno. Las cuentas que Colom hace, es de 50 años viviendo sin Democracia, luchando por construir un estado de derecho y en medio de los cuales hubo una guerra sangrienta. No se atrevió a señalar directamente a los sectores responsables de aquellas matanzas, pero fue muy claro el mensaje para el Ejército y los militares de aquella época.

Como un repaso a sus ofrecimientos de campaña electoral, Colom anunció un Gobierno que dará prioridad a los pobres. “hoy empieza el privilegio de los pobres” exclamó. Los aplausos de los asistentes al Gran Teatro llegaron. Anunció que el trabajo que realizará el ejecutivo tiene como prioridad el desarrollo social; habló de la necesidad de modificar el sistema político, de evolucionarlo; y, llamó a la unidad nacional.

El nuevo Presidente detalló uno a uno los 4 programas que guiarán su plan de Gobierno: programa de Regionalidad, de productividad, de gobernabilidad y de solidaridad. A éstos agregó su deseo por trabajar en el turismo, medio ambiente, por cumplir los Acuerdos de Paz, respetar los Derechos Humanos y la libertad de culto. También dijo que prestaría especial atención a las mujeres, los niños y a los adultos mayores. Y para conseguir los logros esperados solicitó públicamente a los diputados, que apoyen y aprueben las leyes encaminadas a combatir las mafias, el crimen organizado y las pandillas.

En el terreno económico aseguró que “se respetará la propiedad privada” y, sin dar detalles de cómo lo logrará, insistió en indicar que creará miles de empleos, “es muy fácil hacerlo” dijo al recordar que ya antes, en medio de la guerra, fue capaz de hacerlo, cuando estuvo al frente de FONAPAZ. Asimismo anunció la recuperación de una mesa de diálogo con el sector empresarial para poner “las reglas claras”. No obstante, su discurso no contempló la creación de más impuestos o de modificar la estructura tributaria, sino de alcanzar acuerdos y consensos.

El discurso dibujó en gran medida la Guatemala que todos queremos. Ahora bien, la realidad del país está muy complicada como para dar crédito a todos los ofrecimientos hechos ayer por el Presidente Colom. Desde luego que no ponemos en duda sus buenas intenciones, y tampoco dudamos de la capacidad técnica de algunos miembros de su gabinete, pero la realidad del país es muy compleja y, quiérase o no, el poder de este país no está en ninguno de los 3 organismos del Estado, como formalmente se establece.

El país está dominado por grupos y sectores, algunos ocultos y otros abiertamente reconocidos, que no están dispuestos a cambiar su status quo, de la noche a la mañana. Incluso es muy probable que el discurso de izquierda a favor de los pobres ofrecido ayer, haya incomodado y hasta fastidiado a la oligarquía conservadora de este país. Que es precisamente con la cual Colom deberá enfrentarse o concretar espacios de diálogo a fin de evitar que obstaculicen –como suelen hacerlo- el proceso de desarrollo que se vislumbra.

Si bien es cierto, Colom está recibiendo un país en mejores condiciones en que las recibió el saliente Óscar Berger, también es muy cierto que la población hoy en día sufre de una terrible delincuencia, con episodios de criminalidad a diario, con un creciente segmento poblacional de pobres que no encuentran solución directa a sus problemas en las políticas económicas impulsadas por el capitalismo.

La realidad es que Colom recibe un Estado contaminado por el crimen organizado, mafias y corrupción. Un país cuya Democracia formal quedó fortalecida ayer con el cambio de mando en el Ejecutivo y en el Legislativo pero que en términos prácticos sigue siendo irrelevante para la cotidianidad de los guatemaltecos. En ese sentido, ni la Democracia ni la socialdemocracia podrán convertirse en los referentes adecuados de los ciudadanos si éstos no consiguen superar, o no encuentran soluciones viables y tangibles a su creciente pobreza, a la marginalidad económica en que están envueltos millones de guatemaltecos y que encima de ello, siguen siendo víctimas de violencia y, cada 4 años engañados por políticos irresponsables.

Por ello es que el discurso ofrecido ayer por el nuevo mandatario tiene 3 elementos que deben ser incluidos en las demandas diarias de la población y recogidos como compromisos de Estado: la lucha contra la pobreza; el combate serio y responsable contra la criminalidad y sus causas; y, la gobernabilidad en un ambiente de auténtica Democracia. Ahora cabe la pregunta, ¿cuánto nos costará eso, y cuánto estamos dispuestos a pagar?

- Erwin Pérez- es editor del Reporte Diario.

Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
https://www.alainet.org/es/active/21640
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