El huracán Stan se quedó en Guatemala

29/11/2005
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Hacer el recuento de las secuelas del reciente huracán Stan es evocar la pobreza y todas las demás causas estructurales que subyacieron en el largo conflicto armado que durante 36 años que se libró en Guatemala.

La desigualdad se ha incrementado en proporciones geométricas en este país, tanto que una sola familia lidera más de 300 empresas, habiéndose convertido en una verdadera transnacional, capaz de proyectar la instalación de 500 restaurantes de pollo en la China,

El contraste a esta alta concentración de riqueza es el 57% de población viviendo en estado de pobreza y el 21 % de extrema pobreza (según estimaciones del PNUD), o sea que no pueden ni siquiera satisfacer sus necesidades básicas.

Es el país más desigual de América Latina, en donde, además, se han dado cita las lacras de moda: corrupción exacerbada, crimen organizado, narcotráfico, maras y pandillas, que cobijadas por la impunidad generada por la ineficiencia del sistema de justicia y la debilidad del Estado hacen que muchos lo señalen de ser un Estado en proceso de ser fracasado; hasta se le está mencionando de ser un “narco Estado”.

Este mapa de la pobreza coincide con el de la ruralidad y la ubicación de la población maya. El 2% de las fincas poseen aproximadamente el 65% de toda la tierra cultivable y el 60% de los habitantes del país (12 millones) se ubican en el área rural, la mayoría se dedican a actividades agrícolas, aunque la vocación del suelo es fundamentalmente forestal.

Es decir que, a pesar de la firma de los acuerdos de paz, prevalecen las razones que estaban en el fondo de la conflictividad social que se expresó violentamente durante el conflicto armado. Este es el marco social en donde incidió el fenómeno natural llamado Stan, cuyos estragos acentuaron la tragedia de esas mayorías que describimos anteriormente.

Fue en esas áreas donde se produjo la mayor devastación social. Los pobres de la región sur fueron anegados por las aguas de los ríos desbordados y los pobres e indígenas del noroccidente fueron sepultados por los deslaves.

Las cifras de la tragedia

La mayoría de municipios declarados con mayor vulnerabilidad alimentaria concuerdan con los más golpeados por la tormenta, según informó el titular de la Secretaría de Planificación Económica.

Fueron 1,063 las regiones y comunidades afectadas, 669 fallecidos, 884 desaparecidos, 474,821 damnificados, 59,478 personas albergadas en 504 albergues y más de 35 mil viviendas afectadas o destruidas. Se colapsó la estructura vial, se afectó más de la cuarta parte de las carreteras asfaltadas y más de la mitad de los caminos vecinales.

El Stan desnudó parte de esa realidad y de sus contrastes. Mientras unos se quedaron sin tierra donde vivir, porque el lodo se la robó y pernoctan hacinados en albergues, otros vieron inundadas sus tierras y dañadas sus cosechas pero radican en sus residencias capitalinas y cobran seguro de daños.

Resultaron perjudicadas 723 escuelas, de las que desaparecieron 23. Distintos países, entre ellos Suecia, Canadá, Noruega, Cuba y el sistema de Naciones Unidas han dado aportes en ayuda humanitaria, asistencia, equipo, alimentos y dinero para paliar la tragedia. Destaca el contingente de 600 médicos cubanos enviados para atender a los afectados por la tormenta que se suma a los 235 que ya se encontraban en el país.

Según datos, la tormenta afectó poco la macroeconomía, pero la economía y las condiciones de los pequeños productores del altiplano fueron impactadas en mayor medida. Una réplica de lo mismo.

Las personas afectadas directa e indirectamente son más de tres millones quinientas mil, el 70% de los damnificados son indígenas y pobres, con razón la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha mostrado su preocupación por el impacto en los pobres por el Stan.

Una Comisión de la citada CEPAL recordó que, aunque los desastres naturales de los últimos siete años han mermado el crecimiento de Guatemala, ha habido alguna recuperación, pero que ahora hay un peligro de alterar (¡más!) las condiciones de vida de los grupos poblacionales y étnicos más vulnerables.

La CEPAL estima pérdidas y daños en Q. 7.5 millardos. Sus cálculos superan en un 7% las estimaciones que tenía el gobierno para invertir en el proceso de reconstrucción.

La prioridad, dijo la CEPAL, es recuperar los medios de subsistencia de la población en las áreas afectadas, reconstrucción de vías de acceso y la reconstrucción del tejido social.

Tamaña tarea tendrán los gobernantes. Si la infraestructura ha estado deficitaria para esas poblaciones, si el tejido social está totalmente fragmentado y peor aún, abandonado a su suerte, la recomendación en este sentido plantea grandes desafíos.

Los mapas de las regiones mayormente afectadas se sobreponen con los de las regiones con peores índices de desarrollo humano, dijo Ricardo Zapata, de la CEPAL, en una presentación a políticos y diplomáticos.

Es por esa causa que la Comisión demandó rehabilitar vías terciarias para sacar productos a los mercados locales y restituir la capacidad productiva e ingresos de las mujeres, los pequeños agricultores y comerciantes.

Un caso dramático es en el departamento de Sololá, ubicado al occidente del país, habitado mayoritariamente por tres grupos étnicos. En ese lugar se produjo un deslave que dejó enterrada a una comunidad entera, al grado que se quedó como un cementerio sin pueblo, pero además, se reportó una pérdida del 96% de su producto Interno Bruto.

La industria turística fue severamente dañada y casualmente ese departamento, donde se ubican inigualables bellezas naturales y culturales, enfrenta también ese problema.

No es entonces casual que los fenómenos naturales provoquen no sólo destrozos y desastres sino que arrasen con la vida, el presente y el sin futuro de las personas más pobres y abandonadas por el Estado y la sociedad. Estos fenómenos naturales, que se convierten en desastres sociales, provocan más desigualdad y desamparo.

Grandes desafíos


En Guatemala todo urge. Urge que las personas recuperen su dignidad, urge que retomen su vida familiar, precisa que la gente se reponga física y psicológicamente del drama, y desde hace cientos de años se tuvo que haber devuelto la oportunidad a la gente a tener una vida digna, a devengar salarios que representen su trabajo, a ofertarles futuro para ellos y sus hijos.

Para todos estos retos y desafíos se necesita un Estado incluyente, que no lance a las riveras de los ríos y a las faldas de los volcanes o de los barrancos a quienes no tienen alcurnia ni dinero. Hace falta conciencia social de los gobernantes y del sector económico. Políticas fiscales y sociales que garanticen una adecuada redistribución de la riqueza. Es indispensable una propuesta de estado democrático que acabe con esta situación de injusticia que propicia, genera y provoca dramas cotidianamente.

Hay muchos cuestionamientos sobre lo que se va a reconstruir. ¿Las covachas sobre los deslaves? ¿La miseria y las pobres condiciones de subsistencia? ¿Las aldeas a la orilla de los ríos y los barrancos?

El gobierno, a través del Vicepresidente Eduardo Stein, ha asegurado que el plan de reconstrucción utilizará un modelo incluyente e integral, en el que se tomará en cuenta la opinión de la población. Dijo que se basará en el principio de subsidiaridad y solidaridad, se fortalecerá además la gobernabilidad. La pertinencia étnica, cultural y de género serán una prioridad, agregó Rigoberta Menchú, funcionaria del actual gobierno.

Sin embargo, los desacreditados diputados continúan en la discusión y la negociación del Plan de Reconstrucción, tratando de reconstruir sus negociaciones políticas, sus intereses partidarios y las posibilidades económicas que se presentan al contar con suficientes fondos para continuar con el saqueo del Estado.

Además del Stan en Guatemala hay muchos satanes que debemos erradicar junto con la injusticia social.

Ileana Alamilla
es directora de CERIGUA y presidenta de la Asociación de Periodistas de Guatemala, APG.
https://www.alainet.org/es/active/19269
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