Idiosincrasia nacional y política

01/12/2016
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 bandera venezuela
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Comentaba por e-mail ayer los asuntos de Venezuela con un viejo compañero de escuela, en realidad desde kindergarten. Le decía que ese axioma de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen es el resultado indirecto y posterior de otro que me parece bien demostrado: Los pueblos tienen los políticos que merecen. Lo curioso es que los políticos parecen prosperar a medida que encarnan los peores defectos nacionales.

 

Los norteamericanos tienen dos grandes defectos nacionales. Una enorme falta de cultura general, que les hace creer que son mejores que los otros pueblos, cuya historia generalmente desconocen completamente. Eso les hace caer en el peligroso defecto del engreimiento. De ese creerse superiores porque practican una combinación de filosofía política y económica que según ellos mismos es perfecta (se nota que no miden bien los resultados).

 

Siendo los herederos de una visión de apostolismo moralizante autoritario calvinista que impregnó la cultura política de Inglaterra bajo la influencia de John Locke, un pastor calvinista teórico de la Revolución de 1688, que llevó al holandés Guillermo de Orange al trono de Inglaterra, que llegó con una corte de sefarditas refugiados en Holanda después de su expulsión de España, entre ellos el antepasado de David Ricardo.

 

Calvinismo y puritanismo son la misma cosa, ambos estudian más el Viejo testamento que los evangelios. Es sobre la base de ese mesianismo autoritario puritano, que los gringos se creen obligados moralmente a imponer sus supuestos valores superiores al resto del mundo aunque sea con sus bombarderos.

 

Ese defecto estaba bien encarnado en la Sra. Clinton, la orgullosa ex-secretaria de Estado y jactanciosa responsable de la destrucción de Libia y de Siria, los dos estados árabes laicos que quedaban, después de la destrucción de Iraq. El menosprecio de los extranjeros de toda cultura que no sea la forma de vida norteamericana fue personificado por el Sr. Trump.

 

Los Estados Unidos que han producido una multitud de científicos, artistas y otras personas de gran talento que aún viven allí y que si hubiesen querido participar en la política se hubiesen visto desplazados por estos dos personajes políticos que mejor encarnaron los peores defectos de la idiosincrasia tradicional norteamericana.

 

Tanto los gringos como los venezolanos tienen los defectos de los nuevos ricos, el tipo de gente que se encuentra súbitamente rica y poderosa, sin el proceso de madurez que imparte el esfuerzo de obtener la prosperidad con el trabajo y el sacrificio, es por eso que con frecuencia se engañan sobre su propia identidad y sus propias fuerzas. Lo que exige un proceso constante de reafirmación.

 

Escuchando a Ramos Allup, a Capriles, a la Machado o a Maduro se tiene la impresión de que están convencidos de que la intransigencia es una virtud. El defecto más evidente de la idiosincrasia venezolana es la mitomanía de riqueza (está barato, dame dos), la ausencia de cultura en el método de trabajo obliga a una constante improvisación que produce una inseguridad que se manifiesta en una agresividad confrontativa.

 

El primer defecto en cierto modo alimenta los otros dos. El mito venezolano de creer que Venezuela es un país rico le viene de no conocer bien su país, que en realidad es pobre porque la renta petrolera no llega a todos por igual y tiende a quedarse en la capital y en los círculos cercanos al gobierno o la industria petrolera o como sucede ahora en Estados Unidos con aquellos ligados al sector financiero.

 

Como dije al principio los políticos que más rápido ascienden en las sociedades incultas parecieran ser aquellos que mejor encarnan los defectos nacionales. En el caso de Venezuela, por las razones mencionadas es una irracional agresividad confrontativa, que en el caso del chavismo pareciera a veces ser causa y efecto de su éxito electoral. Los dirigentes de la MUD que controlan el congreso parecen padecer del mismo mal.

 

Ambos bandos parecen ignorar que las confrontaciones entre Ejecutivo y Legislativo no son nuevas y la historia enseña que termina desacreditando a ambos. Ese descrédito institucional suele ser aprovechado desde el 18 Brumario 1799, por el que tiene más armas, para acabar violentamente al uno y al otro (ese sería el resultado menos malo), Cuando se da el caso de que uno de los dos bandos tiene milicias armadas. El escalamiento hacia una guerra civil es casi inevitable y en el caso de Venezuela, alguien puede usarlo como pretexto para una intervención “pacificadora”: Remember Haití.

 

Ya sabemos que si la confrontación actual evoluciona en esa dirección, nadie va a salir ganando y todo el país va a perder. Por eso sugería en un escrito anterior, que la MUD asuma su función de mayoría legislativa, tomando la iniciativa para romper el impase legislando sobre propuestas en que el gobierno pueda coincidir. Concretamente propuse que se legislase la reapertura de las escuelas técnicas.

 

Eso pudiera parecerle interesante a un gobierno que ha venido sembrando los barrios con escuelas de todo tipo. Con el incentivo adicional de enderezar el peor entuerto que nos dejó un berrinche de Rafael Caldera, que tanto ha contribuido a frenar el desarrollo industrial y a incentivar desempleo y delincuencia. Sobre ese punto el gobierno y la oposición podrían colaborar para elaborar un programa nacional de escuelas técnicas.

 

Un modelo que sirva de inspiración no será difícil de encontrar en Europa, donde existen las mejores escuelas técnicas del mundo (Suiza, Alemania, Rusia, Italia, Francia) que además ofrecen ese tipo de ayuda en sus programas de cooperación a los países en desarrollo. Las embajadas venezolanas allí, pudieran informar sobre las posibilidades de cooperación que ofrecen esos países en ese tema. Esa sería una forma en que el gobierno puede trabajar con la MUD en beneficio mutuo y del país.

 

Como hay tanta ausencia de personas dotadas de la ecuanimidad negociadora, indispensable para conciliar intereses divergentes en programas comunes. Sugiero que cualquiera de las dos partes tome la iniciativa en solicitar la intermediación activa, no ya de actores externos que desconocen las realidades de nuestra idiosincrasia, sino la de venezolanos con experiencia política y reputación intachable, lo que considerados los altos patrones de corrupción durante la IV República, no va a resultar una combinación muy corriente.

 

Durante mis leves roces con la política venezolana antes de irme a buscar la ubicación que allí no encontraba en el amplio mundo, creo haber conocido dos personas hoy retiradas de la política de la amplia cultura política necesaria para conciliar intereses e intachable reputación. Me refiero a Marco Tulio Bruni Celli y a Humberto Calderón Berti. De los políticos aún activos en los grupos representados en la MUD, hay uno que me parece abordable porque he conversado con él aquí en Ginebra, donde su hijo que es un gran técnico en relaciones internacionales trabaja en la UNCTAD.

 

Me refiero a Abdón Vivas Terán, un hombre muy conciliador, cuyas preocupaciones sociales por las iniquidades en Venezuela, era el jefe del bando copeyano llamado “Los Astronautas, “llevaron a que Caldera lo marginara en una especie de exilio político interno. Abdón puede decir lo que dijo de sí mismo Niccolo Macchiavelli en una carta a su amigo Francesco Vettori Embajador de Florencia en Roma: Che della mia onestá é testimone la mia povertà.

 

- Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales Sismondi, en Ginebra.

www.ireisismondi.org

www.ventanaglobal.info

 

https://www.alainet.org/en/node/182097
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